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Matrimonio y mortaja, del cielo bajan
Esta popular frase hace referencia a que tanto el matrimonio como la mortaja son cosas que no se pueden elegir, sino que vienen dadas por el destino o la providencia. Se usa sobre todo en contextos funerarios para expresar que la muerte es algo inevitable que llega sin que podamos escapar de ella.
La frase completa sería: «Matrimonio y mortaja, del cielo bajan¢ y no te las pondrás hasta que Dios no lo mande». Quiere decir que el día de la boda y el día del funeral están prefijados por el destino y que cuando llegue la hora no habrá forma de evitarlos.
Esta expresión se suele utilizar en los velatorios y entierros para consolar a los familiares, recordándoles que la muerte forma parte de la vida y que no se puede hacer nada para evitarla cuando llega nuestra hora. Se usa sobre todo cuando fallece una persona de avanzada edad, para dar a entender que ha llegado al final de su ciclo vital.
La idea principal de la frase es que no se puede escapar del propio destino. El día de la boda y el día de la muerte están escritos por Dios, vienen determinados «del cielo» y los seres humanos no tenemos capacidad para modificarlos.
Si analizamos los dos eventos que compara, el matrimonio representa el principio de una nueva etapa vital, mientras que la mortaja simboliza el final de la vida. Ambos son acontecimientos trascendentales en la existencia humana y ninguno se elige libremente, sino que están marcados por el azar o la providencia.
En los velatorios, cuando el dolor invade a los familiares del difunto, se recurre a esta frase para infundir resignación y fortalecer la idea de que no había nada que hacer para evitar la muerte de ese ser querido. Era su hora y no se podía escapar de ella.
Desde una perspectiva religiosa, también expresa la creencia en un destino o designio predeterminado por Dios para cada persona. Matrimonio y mortaja son hitos fijados por una voluntad divina a la que todos estamos sometidos.
En definitiva, sea por azar o por designio divino, la frase nos recuerda que hay cosas inevitables en la vida. La muerte es el final de todo ser humano, y cuando llega el momento, no queda más remedio que afrontarla con entereza, apoyándonos en la resignación y el consuelo de nuestros seres queridos.