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La frase bíblica «Pues Si Vivimos, Para El Señor Vivimos, Y Si Morimos, Para El Señor Morimos» en funerales
La frase “Pues Si Vivimos, Para El Señor Vivimos, Y Si Morimos, Para El Señor Morimos. Así Pues, Sea Que Vivamos, O Que Muramos, Del Señor Somos.” – Romanos 14:8, es una cita bíblica muy utilizada en funerales y misas de difuntos. Expresa de manera poética y concisa una verdad central del cristianismo: que nuestra vida y nuestra muerte están en manos de Dios.
Esta frase del apóstol Pablo nos recuerda que como cristianos, nuestra vida está dedicada a Dios. Todo lo que hacemos en vida debe ser para servirle y agradarle. Incluso cuando fallecemos, esa muerte tiene sentido porque significa volver a los brazos amorosos del Creador.
El mensaje es que Dios es el dueño absoluto de nuestras vidas. Tanto en la salud como en la enfermedad, en la alegría como en la tristeza, en la vida terrenal y en la muerte, pertenecemos a Él. No hay nada en nuestra existencia que esté fuera del dominio divino.
Por eso esta cita se utiliza con frecuencia en la liturgia de las exequias. Expresa de manera elocuente la confianza del cristiano en Dios, aún en el difícil momento de la despedida de un ser querido. Recuerda que ni siquiera la muerte puede separarnos del amor de Dios, pues vivimos y morimos en comunión con Él.
“Sea que vivamos o muramos, somos del Señor”. Esta verdad infunde esperanza a los familiares y amigos que están de luto. El difunto está ahora junto al Padre celestial, gozando de la vida eterna prometida por Jesucristo.
La frase invita a reflexionar sobre el sentido trascendente de la existencia más allá de lo terrenal. La vida no se acaba con la muerte, sino que se transforma para reunirse con Dios. El fin último del ser humano es volver a su Creador.
Por eso es tan adecuada en el momento de despedir a un ser amado. Transmite un mensaje de fe en la providencia divina, que sigue actuando aún después del último suspiro. Dios acompaña al finado en el paso de esta vida a la eternidad.
En resumen, esta cita bíblica en Romanos 14:8 nos recuerda que todo pertenece a Dios: lo bueno y lo malo, lo ordinario y lo extraordinario. Vida y muerte están en sus manos. Esta verdad otorga sentido y esperanza a la experiencia humana. Por eso resuena con tanta fuerza en el contexto de dolor y fe de las exequias cristianas. Entregamos nuestros difuntos al Señor, confiando en el reencuentro eterno.