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Siempre son los demás los que se mueren
La famosa frase «Siempre son los demás los que se mueren» fue acuñada por el artista francés Marcel Duchamp y se ha hecho muy popular en el ámbito funerario y en refranes sobre la muerte.
Esta frase expresa una verdad profunda sobre la experiencia humana: la muerte siempre se percibe como algo que le ocurre a «los otros», nunca a uno mismo. Aunque sabemos que la muerte es inevitable para todos, tendemos a verla como un evento lejano que les sucede a los demás, pero no a nosotros mismos.
Duchamp, con su característico humor negro, pone el dedo en la llaga de esta contradicción: todos vamos a morir, pero nos cuesta imaginar nuestra propia muerte. Por el contrario, la muerte de los otros nos resulta más cercana y real.
Uso de la frase en contextos funerarios
Precisamente por captar esta paradoja de la condición humana, la cita de Duchamp se ha vuelto muy popular en contextos funerarios: es frecuente encontrarla en recordatorios, mausoleos, lápidas y otros elementos relacionados con la muerte.
Ver esta frase en un funeral sirve como recordatorio de nuestra mortalidad: aunque ahora lloramos a este ser querido que falleció, algún día nosotros seremos «el otro» que muere.
Asimismo, cuando leemos «Siempre son los demás los que se mueren» en una lápida o monumento funerario, no podemos evitar reflexionar sobre nuestra propia finitud y la de nuestros seres cercanos. De cierta manera, la frase de Duchamp nos obliga a confrontar la idea de nuestra muerte.
Análisis de la cita
La brillantez de esta frase está en su sencillez y capacidad de síntesis. En apenas siete palabras, Duchamp resume una verdad profunda sobre la relación de los humanos con la mortalidad.
Al decir «los demás», Duchamp se refiere a todas las personas que no somos «uno mismo». Ese distanciamiento entre «yo» y «los otros» expresa muy bien la desconexión que solemos sentir frente a la muerte ajena.
La generalización «siempre son los demás» también aporta una perspectiva amplia: no se trata solo de ciertas muertes, sino de un fenómeno universal.
Finalmente, el verbo «morir» se conjuga en presente, lo que le da una sensación de inmediatez y actualidad. La muerte de los otros no es algo pasado ni futuro: es algo que sucede ahora, en el hoy.
En síntesis, la cita comunica de forma muy certera esa ilusión que tenemos los humanos de que la muerte le ocurre a los demás, pero no a uno mismo. Y lo hace privilegiando la concisión, con apenas siete palabras que condensan un significado profundo.
Ventajas e inconvenientes de su uso funerario
El uso de esta frase en contextos relacionados con la muerte tiene varias ventajas:
Permite sintetizar de forma elocuente una verdad sobre la condición humana.
Obliga a reflexionar sobre la mortalidad propia y ajena.
Su brevedad y sencillez la hacen fácil de grabar e internalizar.
Sin embargo, también presenta algunos posibles inconvenientes:
Su tono lacónico puede resultar excesivamente frío o indiferente en un contexto de dolor por la pérdida de un ser querido.
También puede interpretarse como una visión pesimista o derrotista sobre la muerte, cuando a veces se buscan mensajes más positivos o esperanzadores.
Fuera de contexto, el significado de la frase no es transparente y requiere cierta interpretación.
Como toda gran cita, permite múltiples lecturas y puede generar reacciones diversas en distintas personas y situaciones. Cabe a cada cual juzgar su pertinencia y sentido en un determinado homenaje fúnebre.