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El sentido de la muerte en los funerales según Juan Rulfo
La muerte es un evento inevitable que todos enfrentaremos algún día. Sin embargo, su inexorabilidad no implica que debamos celebrarla o desearla. Como afirmó el escritor mexicano Juan Rulfo:
«La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.»
Esta reflexión cobra especial relevancia en los funerales y ritos fúnebres. Cuando despedimos a un ser querido, la tristeza y el dolor son inevitables. Pero el objetivo no debe ser repartir esa aflicción como si fuera un bien.
El duelo, un proceso natural y necesario
El duelo es el proceso de elaboración de la pérdida de un ser amado. Supone enfrentar pensamientos, sentimientos y emociones difíciles como la negación, la ira, la tristeza, la culpa o la ansiedad.
Es completamente normal y necesario pasar por esta gama de emociones para aceptar la realidad de la muerte. Pero ello no significa que debamos abrazar el sufrimiento ni permanecer atrapados en él.
Como expresó Rulfo, nadie anda en busca de tristezas. El objetivo es superar el duelo para poder continuar, recordando a nuestro ser querido con amor.
El funeral como homenaje y despedida
Los funerales sirven para despedirnos de la persona fallecida y mostrarle nuestro cariño. Pero no buscan extender la aflicción o cultivar un luto perpetuo.
Se trata de un homenaje a la vida del difunto: honrar su memoria, apoyar a los dolientes, compartir recuerdos y anécdotas, y encontrar algo de consuelo en la compañía de otros.
Los ritos funerarios pueden incluir elementos como las ofrendas florales, que simbolizan vida más allá de la muerte. O las palabras de recuerdo para esa persona especial.
Todo ello ayuda a mitigar la pena y reconfortar a los deudos. Sin pretender repartir la aflicción ni buscar el sufrimiento en sí.
Mirar hacia adelante con esperanza
Tras la tempestad emocional inicial, llega una etapa de reorientación y reconstrucción.
Aunque la vida sin el ser amado nunca será igual, poco a poco se retoman las rutinas y se va creando un nuevo normal. No para olvidar, sino integrando la pérdida desde un lugar más sereno.
Los deudos encuentran un propósito renovado en pequeñas cosas: atesorar los recuerdos del difunto, cumplir sus deseos póstumos, mejorar en su honor.
El funeral marca un punto de inflexión para soltar el sufrimiento y mirar hacia adelante, aún con dolor, pero con la esperanza de volver a sentir alegría.
La muerte es parte de la vida, pero no podemos darla la bienvenida. Como destacó Rulfo, enfrentar la pena es inevitable, mas no debemos buscar ni cultivar la aflicción. Los funerales sirven para transitar el duelo y despedirnos sanamente, sin claudicar al abatimiento. Honrando la vida del difunto, apoyándonos entre dolientes y, finalmente, abrazando el futuro con esperanza.