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Que Estas Ofrendas Honren Al Que Se Fue, Y Fijen El Recuerdo Al Que Se Quedó
Esta frase se utiliza comúnmente en rituales funerarios para honrar la memoria de la persona fallecida y consolar a sus seres queridos. Se pronuncia durante la ofrenda floral que se hace ante el féretro o la tumba, en el momento en que los dolientes depositan arreglos florales u otros presentes.
Tiene un significado muy profundo que busca reconocer la pérdida y rendir homenaje a quien murió, al tiempo que reafirma el vínculo con sus familiares y amigos. Analicemos el sentido de cada parte:
Que estas ofrendas honren al que se fue
Esta primera parte se refiere a las ofrendas, que pueden ser flores, velas, objetos significativos para el difunto, etc. Se pide que cada una de esas ofrendas sirva para honrar su memoria y reconocer su vida.
Se habla de «al que se fue» para referirse delicadamente a la persona fallecida, reconociendo que ha partido de este mundo pero sigue presente de otra forma.
Las ofrendas materiales son una muestra de cariño y respeto hacia el ser querido. Cumplen el propósito de mantener vivo su recuerdo y rendirle tributo.
Y fijen el recuerdo al que se quedó
La segunda parte va dirigida a los familiares y amigos, «al que se quedó», que están enfrentando el duelo.
El objetivo es que esas mismas ofrendas sirvan también para fijar el recuerdo en quienes permanecen vivos, para reconfortarlos y ayudarlos a soportar la ausencia.
Se busca que cada vez que miren las flores, velas u otros símbolos puedan evocar los buenos momentos vividos con su ser querido. Que esos objetos se conviertan en un ancla para sus recuerdos y los ayuden a mitigar la pena.
Uso en rituales funerarios
Esta conmovedora frase cobra especial relevancia en el contexto de las exequias y honras fúnebres, cuando los dolientes están enfrentando la dura realidad de la muerte de un ser amado.
Se utiliza especialmente en el momento en que la familia y amigos se acercan a presentar sus ofrendas florales y dedicar unas palabras de despedida.
Puede ser pronunciada por un sacerdote o pastor durante la liturgia, o por un familiar que dirige el responso.
Sirve para enmarcar el sentido profundo de ese acto de ofrenda, que no es solo un gesto hacia el difunto, sino también una forma de apoyo para los afligidos.
Les recuerda la importancia de aferrarse a los bellos recuerdos para sobrellevar el duelo. Y que el ser amado seguirá vivo en sus corazones mientras mantengan su memoria.
Conclusión
En síntesis, esta frase de hondo calado emocional expresa el propósito dual de las ofrendas fúnebres: rendir tributo al fallecido y reconfortar a los deudos.
Reconoce el vacío dejado por quien murió, pero también la necesidad de quienes lo sobreviven de aferrarse a todo aquello que los ayude a soportar su ausencia.
Por eso se ha convertido en una expresión de gran belleza y significado para acompañar los rituales de despedida. Pronunciarla ante la tumba o el féretro es un acto de amor y respeto tanto para el difunto como para los dolientes.